20080222

awareness

Camino al mío, todos los días paso por tu trabajo, es inevitable. En las mañanas veo a compañeras tuyas, sé que lo son por los colores, trato de no buscarte con insistencia, no sé qué haré el día que vuelva a verte.

El otro día salí temprano, pasé justo a la hora de la salida, abundaban los colores de tu uniforme, yo iba en el camión y me puse sumamente nervioso. La posibilidad de verte nuevamente, bajo ciscunstancias diferentes, me perturba sobremanera.

Si sé algo es que no me atrevería a bajarme del camión a saludarte, como aquel 13 de febrero, eran las 08:48 h. Y no lo haré no por miedo, lo peor ya pasó para mí, sino por no incomodarte. Te respeto profundamente, te dije, y ese respeto incluye la decisión que tomaste de dejarme fuera de tu vida.

Amigos que saben mi situación me han invitado a salir, yo les agradezco el gesto, pero en realidad no creo que quieran pasarse horas oyéndome hablar de ti, además, en estos días he estado cerrado al mundo, encerrado con mi dolor.

Y el dolor, que viene en pequeñas olas, con cada sutil detalle que delate tu falta, tu ausencia en mi panorama, el dolor que no termina de llegar, que se congela en la garganta y pesa en los ojos, pero no sale. El dolor.

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