20090603

Lluvia

Llueve. Tanto que las capas de aire se espesan y el horizonte oculta con su capa blanca al Pico de Orizaba y al Cofre de Perote. Si no trajera cosas que al mojarse se descomponen (mi ipod, mi teléfono celular, mi libro de Danilo Kis, mi salud...) caminaría bajo la lluvia hasta los dos o tres lugares a los que tengo que ir hoy. Cuando llueve así de fuerte, casi horizontalmente, me mojo las piernas sin remedio, de las rodillas hacia abajo.

Escribo sobre la lluvia, pero a la vez no escribo sobre ella. Escribo sobre la saudade, sobre las ausencias, sobre los planes futuros arruinados y la impotencia de las palabras.

Me he estado durmiendo temprano. Ha habido momentos en mi vida en que dormirme a las 0400 de la mañana era lo más normal, o las 0200, o a las 0130, pero me he estado acostando a las 2300 y caigo en un sopor acuoso, marásmico, pegajoso. Una voz me habla de lo más profundo del cansancio. Creo que no son vitaminas lo que me falta.

De pronto cesa la lluvia. Una extraña luminosidad cruza las capas de aire. Ya no llueve, pero aún llueve.