20080506

Hoy volví a verte, lo cual no es raro ni curioso, lo curioso fue que pensé, un poco antes de pasar por tu trabajo "la voy a ver", y sí, ahí estabas, de espaldas, con una blusa amarilla y tu pelo suelto. Curioso también fue que me dio gusto verte, no sentí la punzada dolorosa de otros días.

Ultimamente he pensado en mandarte con la amiga los doce poemas que te he escrito, "es lo mínimo que puedo hacer", pienso. Una vez platicamos sobre el derecho que tiene sobre el poema la persona que lo inspiró, y repito, lo mínimo es que lo conozcas. Sin embargo, un amigo me hizo notar que no había pensado en las consecuencias. Yo sinceramente pensé que no las habría, no es mi intención que los poemas te hagan cambiar de opinión sobre lo que sientes por mí, dada la seguridad con que me dijiste las cosas que me dijiste ese día. Reparé, no obstante, en que tal vez te enojarías conmigo por no dejarte en paz, o que te sentirías halagada, pero no aceptarías el sentimiento, o tal vez, te sentirías triste, nostálgica; pero lo dudo. Pretendí que no me importaba si los leías o no, si te gustaban o si los odiabas, si los guardabas primorosamente o si los destruías, pero sí me importa.

Ahora no sé qué hacer.

También está la cuestión de que si te amo/amaba tanto, por qué no luchar, por qué me di por vencido tan pronto. ¿Es parte de ese amor el respeto por tu decisión?, ¿o es excusa para rendirme? ¿Ya me rendí? Esta decisión de darte los poemas ¿es un primer paso?, ¿qué espero lograr con ello?, ¿vale la pena?